La hormona del estrés por excelencia, secretada en la corteza de la glándula suprarrenal. El aumento crónico del cortisol se asocia con un aumento de antojos por hidratos de carbono, tanto dulces como salados. Se producen antojos imperiosos por una ingesta variada de dulces de bollería o pastelería, productos procesados y ultraprocesados con calorías vacías y sin nutrientes. También se observa deseos de frutas dulces, jugos de frutas, bebidas gaseosas, desde la mañana queriendo compensar un requerimiento energético que no lo estás gastando junto a un aumento de la secreción de la insulina, hormona involucrada como primer paso para acumular grasa en tu cuerpo, aumentando tu peso con ganancia de triglicéridos en adipocitos (grasa corporal).
Las consecuencias de esto serán:
- Aumento persistente y crónico de la insulina, la hiperinsulinemia.
- Desarrollo de resistencia a la insulina y a la leptina.
- Aumento de depósitos de grasa corporal y triglicéridos elevados en sangre.
- Aumento de adrenalina con mayor retención de agua y deseos por hidratos de carbono.
- Persistencia de azúcar elevada en la sangre (glicemia).
- Aumento crónico del cortisol con degradación de masa muscular.
- Aumento del tejido graso por exceso de la glucosa (lipogénesis).
- Resistencia a la leptina (más hambre y más antojos).
- Desequilibrio de la flora intestinal.
- Alteración de la síntesis de neurotransmisores que se producen en un 95% en el intestino.
Todo esto hace imperioso modular tu curva de CORTISOL y de DHEA para evitar o revertir todas estas consecuencias que pueden llevarte al desarrollo de las enfermedades crónicas no transmisibles como hemos contado antes: pre-diabetes, diabetes, obesidad, hipertensión, deterioro cognitivo, trastornos autoinmunes, cáncer, etc.
Dr. Fernando Santana
Médico Cirujano
Universidad de Chile
Magister en Medicina Antienvejecimiento y Longevidad Saludable
Universitat de Barcelona
