Es importante distinguir las grasas de los aceites industrializados (un aceite es una grasa en estado líquido), los cuales son elaborados principalmente a partir de ácidos grasos poliinsaturados derivados de semillas, como por ejemplo, girasol o maravilla, canola, soya, o cártamo.
Estos aceites poliinsaturados de semillas son grasas fácilmente oxidables, es decir, son alterados por la luz, el calor, el oxígeno y el tiempo, por lo que son muy frágiles, lo que los hace más inestables en comparación a las grasas saturadas y monoinsaturadas. Esta oxidación los lleva a la formación de los peróxidos lipídicos, que son sustancias tóxicas que afectan a las membranas de las células, que están formadas por grasas y así se oxidan y dejan de cumplir sus funciones lo cual contribuye a las enfermedades crónicas degenerativas como la enfermedad cardiovascular, cáncer, diabetes, etc.
Desde la aparición de la hipótesis dieta-corazón en los años 60, la idea de que las grasas saturadas, son “las grasas malas”, ha dominado el campo de la ciencia nutricional y de la medicina. Esto, combinado con la observación de que podemos producir nuestra propia grasa saturada a partir de los hidratos de carbono, nos ha llevado como sociedad a pasar por alto o subestimar lo que otras ciencias, como la bioquímica y la biología celular han estado dilucidando al mismo tiempo, que las grasas saturadas juegan un rol esencial el organismo y son necesarias para la vida y la salud.
Debido a la demonización de las grasas por los estudios de Ancel Keys, el inconsciente colectivo asocia el término “grasa saturada” a una connotación negativa sin cuestionarse a qué se refieren en realidad y se agrupan en la misma categoría que las grasas trans e hidrogenadas que se obtienen por procesos industriales.
Por lo tanto, no es necesario evitar las grasas saturadas naturales. Sin embargo, si debemos evitar estrictamente las grasas industrializadas y trans de los alimentos procesados debido a que son dañinas para nuestro organismo.
Esto nos lleva al tema recurrente de que debemos basar nuestra alimentación en alimentos reales, enteros, mínimamente procesados en la medida de lo posible.
Ejemplos de grasas saturadas saludables: mantequilla, aceite de coco, manteca, ghee, sebo, aceite de palma, etc.
Ejemplos de grasas monoinsaturadas saludables: aceite de oliva, aceite de palta, las grasas monoinsaturadas.
Es importante destacar que prácticamente ningún alimento natural es cien por ciento un solo tipo de grasa, por lo general es una mezcla en distintas proporciones, y siempre encontraremos de manera natural mayor proporción de monoinsaturadas junto a saturadas y poca proporción de grasas poliinsaturadas.
Para mayor información sobre cuáles son las grasas más adecuadas para ti y en qué cantidad, solicita una consulta médica en Instituto Médico Integral Calevit y así mejorar tu calidad de vida y retrasar el envejecimiento.
⠀⠀
Reserva una hora en el horario que más te acomode al Whatsapp 📞 +56 9 9324 4232. Además puedes llamar al teléfono fijo 📞 +56 22 3330 777 o escribir al correo 📧 recepcion@calevit.cl.